Mi madre me enseñó a leer a los 4 años. Aprendí a escribir leyendo buenos modelos; le debo a mi padre la educación formal y el sentido del humor. Hoy tengo 65 años y quiero seguir trabajando desde la comodidad de mi hogar. Pongo a su disposición mis servicios porque estoy seguro de que los libros que he leído y las notas que he escrito en mi vida me dan suficiente experiencia para trabajar con usted(es). Voy a tratar de sintetizar mi andar por este mundo; espero que para usted(es) sea interesante conocerme un poco.
Mi infancia y juventud las viví en Cali. Alentado por mi madre, comencé a leer muy temprano a Verne y a Dumas, combinados con los cómics de la época –años 50´s, y el Superman a la cabeza–. Vi cine a los 6 años y mis hermanas mayores tuvieron que sacarme arrastrado del teatro “Bolivar”. La televisión la conocí a los 9 y era aburrida, lenta y en BN; era mejor jugar, oír radionovelas de aventuras y jugar en la calle.
Hice mis estudios primarios y secundarios en colegios particulares de Cali. Nunca fui buen estudiante porque encontré pocas cosas interesantes en el currículo y me pareció excesivamente rígida la disciplina. Desde adolescente, leí copiosa y autónomamente, sobre todo cuentos y novelas latinoamericanas, algunos clásicos y buena ciencia-ficción de la época. Compartí parte de mi adolescencia y juventud con Andrés Caicedo; luego fui su amigo personal, hasta su temprana muerte en 1977. Con él gozamos de leer, del buen cine y de una amistad sólida y fecunda. Conozco perfectamente todo el entorno de su obra literaria y cinematográfica.
Comencé a estudiar ya un poco mayor –casi cumpliendo los 25–, de noche, mientras trabajaba de día; vendí libros, electrodomésticos e hice encuestas. Me licencié en Historia y Filosofía (1975-1979). Paralelamente fui profesor de adolescentes en Cali durante 10 años, dando clases de Filosofía, Historia, Literatura y Geografía en varios colegios particulares de Cali e Ibagué.
Enseñar ha sido la experiencia humana de carácter social más importante que he vivido. De estos años de docencia conservo un interés constante por la gente joven y, con el tiempo, he logrado ponerme en sus zapatos. Me encantó educar, aprendí mucho de mis estudiantes y de mí mismo.
Desde 1986 resido en Quito. Vivir en este país me llevó a trabajar con editoriales e instituciones educativas y sociales. Lo de escribir fue circunstancial porque me contrataron para hacer radio y terminé transcribiendo y redactando más de 250 notas para la página web y el Facebook institucional.
Ahora colaboro con artículos literarios para una revista ecuatoriana; más que crítica literaria, cuento mi particular lectura, lo que siento cuando leo, lo que me transmite el libro y quien lo escribió. Técnicamente, logro hacer siempre una metalectura de los libros que me atrapan.
En Ecuador vivo feliz, con mi compañera y Esprín, una perrita que recogimos de la calle. Sigo leyendo, escribiendo, viendo buen cine, oyendo música y camino casi una hora al día. Pero quiero trabajar porque me siento útil. He aprendido mucho en la vida, especialmente a trabajar desde muy joven en lo que me gusta.
Contácteme. Sé que puedo servirle con calidad y cumplimiento. Palabra de hombre que lee y escribe.